Una revisión sistemática y meta-análisis investigó los efectos en la salud del uso de combustibles gaseosos para cocinar y calentar en comparación con combustibles contaminantes (como madera o carbón) y energías limpias (como la electricidad y la energía solar). Analizando 116 estudios, la investigación reveló que el uso de gas reduce significativamente el riesgo de enfermedades como neumonía, sibilancias, tos, dificultad para respirar, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), bronquitis, déficit de función pulmonar, enfermedad respiratoria grave o muerte, nacimiento prematuro y bajo peso al nacer, en comparación con los combustibles contaminantes.
Sin embargo, los efectos para el asma en niños y adultos y para bebés pequeños para la edad gestacional no fueron estadísticamente significativos. Comparado con la electricidad, el gas incrementó ligeramente el riesgo de neumonía y EPOC, aunque los estudios de mayor calidad mostraron efectos menores no significativos para otras enfermedades respiratorias. Este estudio subraya la importancia del gas como una opción transicional hacia energías más limpias en países con limitado acceso a suministros eléctricos fiables, destacando su potencial para reducir la morbilidad y mortalidad asociadas al uso de combustibles contaminantes.